miércoles, 6 de diciembre de 2017

Modelo de Recuperación: la persona en el centro de la intervención.

           
Ricardo Guinea, Presidente Comité Organizador.
Situar a la persona en el centro de la intervención es quizás la manera más simple de describir el cambio paradigmático que el modelo de recuperación está introduciendo a gran escala en los sistemas de atención contemporáneos a personas con enfermedad mental grave. Que la persona esté en el centro, tiene implicaciones de gran calado que merece la pena destacar.
            ¿En que consiste ser una persona? Es una pregunta más para un filósofo que para un científico. Para Adela Cortina (“Las fronteras de la persona”, Taurus Ed. 2009; pp.185), “reconocemos como persona a quien tiene las capacidades requeridas para la autoconciencia, para el mutuo reconocimiento de la dignidad, para actuar desde la libertad y asumir responsabilidades”.
            Que esta idea pueda ser importante se subraya por el hecho de que durante muchos años no ha sido la persona sino la enfermedad la que ocupaba el centro de la intervención de los modelos de atención. Esto es coherente con la forma en que nos presenta la realidad el paradigma biomédico. Bajo la óptica biomédica, hay cosas como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, que son –o deben ser- ser enfermedades médicas; entonces hay que tratarlas como tales. De esta óptica se siguen determinadas prioridades. Si esto es así, para afrontar el problema es necesario que la persona sea consciente de la enfermedad, es necesario tratar las situaciones agudas y hacer lo posible para evitar las recaídas.  Y para ello, un tratamiento psicofarmacológico sistemático habría mostrado ser la herramienta más eficaz.
            Sin embargo, al estudiar los testimonios de las personas efectivamente recuperadas, se comprobó que esta idea no respondía a las expectativas de muchas de ellas. En esos testimonios aparece frecuentemente la idea de que el planteamiento biomédico tiende a producir experiencias vitales pobres y a menudo vacías de contenido.
            Que la persona ocupe el centro, como predica el modelo de recuperación, adopta una mirada diferente. Recuperarse, según una de las definiciones más citadas, es un proceso altamente personal para sobreponerse y encontrar un nuevo significado a la vida, más allá de la situación catastrófica de padecer una enfermedad mental –sea eso lo que sea. Recuperarse es vivir una vida significativa, una vida que merezca la pena ser vivida, una vida en la que la persona tenga oportunidades, en la que cuenten sus proyectos, preferencias y elecciones personales.
            Thomas Kuhn (“La estructura de las Revoluciones Científicas”, 1962) subrayaría que entre las dos versiones hay el típico cambio de tema propio de los cambios de paradigma en ciencia. En este caso sería decir que hemos llegado cierto punto en que trabajar científicamente sobre la idea de cómo curar la enfermedad mental está en un punto muerto donde no se ve por donde puede proseguir el progreso. Entonces se produce el vuelco típico del cambio paradigmático: ya que no progresamos sobre la idea de cómo curar a los enfermos, consideremos la idea de cómo ayudarles a vivir una vida digna, una vida de persona.
            Aunque a veces se las presente así, esas dos visiones aquí esbozadas no son completamente antagónicas. La posibilidad de reducir los síntomas, siquiera parcialmente, es muy valiosa para que éstos no invadan toda la vida de la persona.  Aliviar con fármacos el sufrimiento en la medida de lo posible forma parte de lo mejor de la deontología médica, y es una herramienta que la medicina pone a disposición de las personas. La clave, como es el caso de cualquier herramienta, está en cómo se usa. Un fármaco puede ser –y a menudo lo es- un elemento liberador para la persona que sufre, en la medida que le facilite ser ella y no los síntomas, la que asuma el control de su vida. O puede ser un anestésico mental, que sepulte a la persona tras una apariencia de serenidad, como a menudo sucede.
            Lo que está claro es que recuperarse esta más allá de la mera cuestión de seguir o no un determinado procedimiento, ya sea tratamiento farmacológico o de otro tipo. Recuperarse tiene que ver con tener verdaderas oportunidades de participar en la comunidad para trabajar, con disponer de un alojamiento digno, con no ser segregado o estigmatizado por su diversidad mental. Y también, y esto es muy importante, con la responsabilidad de la persona para usar -y como usar- esas oportunidades en el propio e inalienable proceso de recuperación.
            Lo crítico es si la persona está o no en el centro, si la ayuda se ofrece de manera que empodere a la persona y no al contrario. Ese es, a mi juicio, un punto central de los debates en torno la noción de recuperación que celebraremos en el XIII Congreso Mundial. Cómo cada actor sea capaz de entender ese marco de ayuda desde su contribución –el profesional, el familiar y la red de apoyo, el usuario experto –“peer supporter”- la persona misma. Cómo fomentar marcos de colaboración desde el reconocimiento mutuo de las capacidades, y gestionar las demandas de control que, no lo ignoremos, emergen con frecuencia.

Adela Cortina, Catedrática de Etica y Filosofía Política, Universidad de Valencia, España.

            Para ayudarnos a situar la noción de persona, que hoy está en el núcleo de las transformaciones de los sistemas de atención en la mayoría de los países, hemos invitado a Adela Cortina, Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, que ha aceptado amablemente pronunciar la conferencia inaugural.

3 comentarios:

  1. Muy interesante contar con la participación de Adela Cortina en la conferencia inaugural. Estoy completamente de acuerdo en lo que en esta pequeña entrada del blog se planeta, diferenciar persona-tratamiento para dar un paso más en cómo enfocamos nuestro trabajo y así situar en primer lugar (y en primera persona) a la persona, teniendo siempre en cuenta sus opiniones y preferencias ya que es de este modo, y no de ningún otro, como se conseguirá una recuperación real y efectiva, llegando a vivir una vida significativa como más arriba se comenta.

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  2. Totalmente de acuerdo con el post y con Mercedes. Escuchando a la persona, a través de sus potencialidades e intereses como punto de salida y desde la parte central podemos alcanzar los objetivos necesarios. Solo desde la planificación centrada en la persona, él/ella podrá realizar un proceso satisfactorio y adecuado, porque si no caemos en todo lo contrario al empoderamiento y a la autonomía, que es el paternalismo y a la sobreprotección, tal y como se ha hecho antiguamente.

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  3. Con enormes ganas de ver y escuchar a Adela Cortina en el congreso mundial

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