
Como muchos de nosotros pensamos, la atención a los enfermos mentales está experimentando un cambio profundo, a menudo caracterizado como un cambio de paradigma. Existe una conciencia cada vez mayor de la importancia de la salud mental como posible contribuyente a la discapacidad en la población general, y la importancia de abordar de manera más efectiva los problemas graves de salud mental como una forma de reducir la carga de sufrimiento y discapacidad de la población. Muchas ideas y propuestas se han puesto sobre la mesa en los últimos años en áreas como prevención, tratamiento y rehabilitación. Pero en esta oportunidad, solo mencionaré tres, de una manera muy subjetiva.
Continuemos entendiendo el proceso de recuperación de la enfermedad mental. Más allá del tratamiento como una forma de superar síntomas específicos, para las personas que padecen enfermedades mentales graves, la recuperación significa ganar una vida significativa más allá de los síntomas residuales que el tratamiento no puede eliminar, la discapacidad y los posibles efectos secundarios del tratamiento. Cuanto más aprendamos de la experiencia de los usuarios en los procesos de recuperación exitosos, mejor podemos utilizar es ese conocimiento para ayudar a los pacientes nuevos a recuperarse en su proceso único y personal. Esta necesidad de una nueva comprensión también incluye la comprensión del proceso para enfermar, la comprensión de la vulnerabilidad, el papel de los eventos biográficos adversos y otras experiencias traumáticas como posibles factores contribuyentes para un mayor desarrollo de la enfermedad. Cuanto mejor entendamos el papel de todos estos factores, mejor podremos ayudar a los pacientes a enfrentarlos. La comprensión conducirá a servicios que contemplen de manera mas profunda la extraordinaria complejidad de enfermarse y también de mejorar.
Mejoremos el acceso a los servicios de salud mental. Somos conscientes de que muchas personas en el mundo tienen acceso limitado a tratamientos psiquiátricos correctos, incluso a tratamientos básicos y limitados. Como la OMS a menudo afirma -ver la base de datos Atlas de la OMS-, en muchos países los servicios disponibles se asignan principalmente a hospitales psiquiátricos, que reciben la mayor parte de los presupuestos públicos en detrimento de los servicios comunitarios, que son más accesibles y generalmente más agradables para las personas. Mejorar la accesibilidad implica que los legisladores asuman la responsabilidad de crear planes de salud mental -si no existen- y de asignar el presupuesto requerido, a fin de garantizar que el acceso a los servicios para los enfermos mentales esté disponible en condiciones de equidad respecto de las personas con otros problemas de salud, generalmente mejor financiados que la salud mental. Los servicios comunitarios son servicios ubicados cerca de los lugares donde vive la gente, capaces de proporcionar servicios continuos y de calidad siempre que sea necesario; son la estrategia correcta para mejorar el acceso a servicios orientados a la recuperación para las personas afectadas por enfermedades mentales graves. El año 2017 ha ofrecido ejemplos interesantes de países que han mejorado drásticamente el acceso a los servicios de salud mental a sus ciudadanos - el caso de Perú puede ser paradigmático. Esperemos que 2018 pueda aumentar la conciencia sobre la necesidad de mejorar el acceso a los servicios y ofrecer mejoras similares en otros países.
Hagamos lo posible para reducir las intervenciones coercitivas. La coerción y la psiquiatría han estado históricamente unidas por razones complejas. Ahora sabemos que la enfermedad mental suele ser un proceso duradero que comienza mucho antes del momento en que es efectivamente detectada. Sin embargo, dado que los primeros signos de enfermedad mental generalmente no son muy específicos y generalmente se descuidan, el inicio de la enfermedad mental suele ser dramático y estar relacionado con conflictos agudos que pueden implicar preocupación sobre la seguridad del paciente o de terceros. Si agregamos que la locura es una experiencia humana extrema que desafía la comprensión, y generalmente se percibe de manera estigmatizada, podemos entender por qué la coerción está vinculada a intervenciones psiquiátricas, y que la psiquiatría haya recibido dos tareas diferentes y a veces, bastante incompatibles- : ofrecer tratamiento y garantizar la seguridad. Es por eso que a lo largo de muchos años, en muchos servicios psiquiátricos de todo el mundo, la coerción se acepta de manera amplia y acrítica como una parte "normal" de la práctica. Pero esta percepción necesita reajuste. En primer lugar, la investigación muestra que las intervenciones coercitivas se pueden reducir amplia y fácilmente al mejorar la formación y cambiar las actitudes del personal. En segundo lugar, aunque es difícil negar que la seguridad a veces es una preocupación real en la práctica, se ha demostrado en diferentes lugares que un equipo bien formado y motivado puede abordar la mayoría de las emergencias sin necesidad de recurrir a métodos coercitivos. Y tercero, la perspectiva de los Derechos Humanos, especialmente la que surge de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, obliga a reconsiderar el uso de la coerción en las intervenciones psiquiátricas como una práctica rutinaria, donde sea que ocurra. Reducir la coerción al mínimo ... ¿puede ser cercano a cero? - puede ser un buen desafío para el nuevo año.
Esperemos lo mejor para el próximo año, y que estos tres deseos puedan encontrar su camino en él. El Congreso Mundial WAPR Madrid 2018 reunirá algunas de las experiencias más interesantes del mundo en estos temas y ofrecerá talleres de capacitación para poner esas experiencias a disposición de todos los delegados.
¡Feliz 2018!